Nada sorprendió, nada destacó. Las campanadas fueron como siempre y no es un buen síntoma para nuestra televisión.
Las campanadas ya han sonado y en los hogares españoles la tradición se mantiene en la convencional TVE. Tras ella es cuando nos encontramos con la lucha de las privadas que, más allá de los datos de audiencia cosechados, nos descubren diferentes maneras de hacer televisión. Y es que, visto lo visto, ni los tristes son tan tristes, ni los líderes tan líderes. Y es que la diferencia no está en la programación, ni en sus datos de audiencia, sino en aprovechar eventos como la última noche del año para crear una narrativa diferente, de manera innovadora y fiel al ecosistema televisivo de cada cadena. Pero aún así, parece ser que la innovación y la televisión en España no van muy de la mano.

Atresmedia volvió a ganar la batalla de las privadas, pero lo consiguió haciendo exactamente lo mismo que el año anterior. Un cocinero y una mujer empoderada “por sus vestidos” en Antena 3 y dos presentadores pegados a las ultimísimas horas en laSexta dieron la bienvenida al 2020 en el grupo de San Sebastián de los Reyes. Una bienvenida que, de no ser por el “Feliz 2020” que lucía en lo alto de la Puerta del Sol, podría ser perfectamente un refrito de los últimos dos años.
En Antena 3 pudimos ver una amplia gama de anuncios. Entre tanto, Pedroche y Chicote aparecían por la Puerta del Sol. En cuanto al contenido, se cebaron las campanadas con lo mismo de siempre; el vestido de Cristina Pedroche. No os mentiré que levantó en mí cierta curiosidad, pero muy alejada de la de años atrás. La del vestido es una iniciativa que el primer año atrae, el segundo sorprende pero al llegar al tercero ya cansa ¿Se atreverá Cristina Pedroche a ir desnuda? ¿Se quitará la piel cual Robbie Williams en el videoclip de ‘Rock DJ’? Pues no. Lucirá un despampanante vestido que, siendo francos, no hubiera levantado ninguna expectativa de no existir la famosa promo de ella caminando desnuda por el centro de la capital.

Pero no nos confundamos. Cristina Pedroche sí es el reflejo del empoderamiento femenino. Ha logrado hacerse hueco en una televisión marcada por la figura del hombre y lo ha hecho por méritos propios. De hecho, su discurso de denuncia a la violencia machista y a la emergencia climática fue increíble. Pero que se mida su poderío y empoderamiento en sí va a presentar las campanadas con más o menos ropa me parece ridículo y un claro ejemplo del patriarcalismo que protagoniza nuestra sociedad. Y bueno, Alberto Chicote sigue pareciéndose cada vez más a Arkano, pero eso ya es otro tema.
En laSexta también más de lo mismo, cayendo en picado pero pasándoselo pipa. Se rieron de ellos mismos en unas campanadas de tendencia juvenil, llena de errores, nervios y ataques de risa de Cristina Pardo. “Nos han hecho falta tres años para darnos cuenta de que no somos suficiente reclamo” decía la presentadora mientras Iñaki se saltaba la escaleta. “Podríamos salir al balcón a… ¡ah! que tenemos la ráfaga de salida del anuncio de Coca-Cola, pues vamos a verla, claro que sí” y Pardo reía y reía. Simplemente maravilloso. Una oferta divertida alejada de los convencionalismos que, aunque podría haber sido mucho más atrevida y loca, es acorde a la cadena y arraigada a la personalidad de sus presentadores.

“Si después de sesenta años aún tienen dudas sobre el carillón y los cuartos, váyanse a la pública que esa es su labor” dijo Iñaki López antes de tomarse las doce uvas. Y no fue mal encaminado, TVE siguió con su apuesta tradicional, con la veterana Anne Igartiburu y un emocionante Roberto Leal que, tras la reciente pérdida de su padre, regaló a la audiencia un bonito mensaje de amor por los seres queridos. TVE nos mostró su institucional retransmisión de las campanadas, aprovechando su apabullante audiencia para bombardear con sus autopromociones. Como molaría que la pública revolucionase las campanadas, pero ¡¿qué dirían nuestras abuelas?!

Mediaset llevó la guerra con Atresmedia a sus campanadas. Se rió del vestido de Cristina Pedroche, hizo referencia a los datos de audiencia de la competencia y realizó constantes menciones a los programas de la casa en un show chapado a la antigua pero que se convirtió en la oferta más innovadora de la noche. Mediaset convirtió la Plaza de España de la localidad cacereña de Guadalupe en un plató por el que Paz Padilla apareció en un trono a hombros, en una mezcla de ‘Juego de Tronos’ y una procesión de semana santa. La comunión de Padilla y Jesús Vázquez fue perfecta, pero el guión de chistes malos y juegos de palabras quedó muy desfasado.

Nadie consiguió dar la campanada en una televisión agarrada al pasado. Pero las familias siguieron tomándose las uvas como siempre, los cuñados siguieron haciendo comentarios machistas del vestido de Cristina como siempre y las abuelas continuaron gritando a sus nietos que se dejaran de bobadas y pusieran La 1. Como siempre.