Los concursantes muestran verdad e inocencia pese a saber que las cámaras les rodean.
Ha empezado ‘Operación Triunfo’ y España lo sabe. Subir hasta el millón de suscriptores en un día, congregar a más de 100.000 personas simultáneas en YouTube para seguir el reparto de temas, mantener el hashtag del programa encabezando los trending topics todo el día… El éxito está, pese a que los convencionalismos con los que medimos las audiencias nos digan que, de primeras, ‘OT 2020’ no vaya a funcionar.
Pero si lo va a hacer. Y no por tener galas más animadas, ni por los cambios de la mecánica. Lo hará porque, a diferencia de su edición predecesora, este año los alumnos y alumnas de la academia son de verdad. De carne y hueso, llenos de sentimientos y emoción. Y no les importa ser ellos mismos delante de las cámaras. En la era televisiva que vivimos, llena de productos prefabricados e historias de poca monta, la verdad es una oferta arraigada al éxito. Los programas que la ofrecen triunfan tarde o temprano, pues la verdad equivale a emoción y la emoción ayuda a llegar a la televisión de calidad. Y aunque veamos más un sucedáneo de VIPs encerrados en Guadalix, aún somos críticos y sabemos valorar la buena televisión que se hace en nuestro país.
‘Operación Triunfo’ es un espectáculo en mayúsculas, pero para vivirlo al completo nos tenemos que asomar a su rincón en Internet. El canal de YouTube de ‘OT’ nos ofrece una mirilla a la realidad que viven los concursantes de esta edición, haciéndonos cómplices de sus victorias y sus derrotas, ofreciéndonos un pase en primera fila de lo que hacen, lo que comen y lo que dicen o dejan de decir. Ellos saben que 50 cámaras les rodea, que les graban durante todo el día, pero lo ignoran. Saben que esta oportunidad es única en la vida y van a vivirla al 100%. Aún recuerdo a María de ‘OT 2018’ diciendo “luego te lo cuento en la habitación”…
Una muestra de ello es que en tan solo 24 horas dentro de la academia, los concursantes ya han realizado su primera fiesta. Música a tope, baile y pachangueo protagonizaron la noche del 14 de enero, donde los concursantes movieron los sofás con ruedas por toda la sala de ensayos, imitaron al profesor de fitness e incluso se atrevieron a versionar las canciones de sus compañeros en la gala 0. Como si estuvieran en su casa.
Iván Labanda también tiene la culpa de que estos triunfitos vayan a enamorar al público. Se nota su currículum y experiencia en interpretación y que está viviendo el concurso con pasión. “Es el tercer Javi”, decía un seguidor en Twitter. Buena señal. Hacer que Hugo y Rafa explosionen de alegría, llevar a Bruno y Maialen hacia unas miradas cómplices que culminaron en un tiernísimo abrazo o sacar una sonrisa y motivar a Eli. Jugar con los sentimientos para abrir el cascarón de los concursantes y que estos se crezcan ante la audiencia. Que vivan una vida de verdad dentro de una casa de mentira, llena de focos y micrófonos.
“El casting os va a impresionar”, nos dijo Noemí Galera. Yo no me la creía del todo pero tenía razón. El nivel vocal es muy potente pero además tienen una historia detrás que hace que el espectador lo tenga muy fácil para sentirse identificado. Se han alejado de los cánones de belleza con concursantes de todas las tallas. Han apostado por concursantes como Nick, que tras una enorme coraza que muestra a un tío segurísimo de sí mismo, esconde a un chaval tierno que quiere dejar atrás ua mala etapa. O como Samantha, que pese a haber perdido el 60% de su audición, apuesta por la música como única opción para ser feliz. Disculpad que me ponga ñoño, pero es que ya me he enamorado de ellos. No hay remedio para la verdad en televisión…
‘Operación Triunfo’ ha vuelto con un casting que más que concursantes, parece un grupo de amigos que están de excursión y que además cantan. El feeling entre ellos es máximo, la empatía que tienen les muestra muy unidos y la audiencia ya ha empezado a stanearlos. ‘OT 2020’ lo va a petar porque es de verdad, como la vida misma.